jueves, 9 de julio de 2015
DEL TIEMPO QUE NO EL OLVIDO
DEL TIEMPO QUE NO EL OLVIDO
Ahora que aprieta la calor me viene a la memoria el recuerdo de aquel otro tiempo que recorriendo la "manchuela" echaba de menos una botella de sidra de mi tierra para sofocar la jornada. Allí quedó una parte de mi vida donde dejé amigos importantes a los que !jamás! olvidaré.
Aquellas mañanas camino de Albacete a Villarrobledo donde colaboraba en Radio Roble saltando a las ondas recuerdos, paralelismos, entre mi tierra asturiana y esta Mancha querida mientras veía dar fruto a los almendros y las uvas ya iban camino de la vendimia.
Hoy con el recuerdo de aquel tiempo de amor y compromiso social y profesional, entretuve esta tarde en Oviedo con una botella escanciada cuando apenas marca el termometro 20 grados de temperatura y me asaba literalmente dentro del coche.
Parafraseando al poeta de mi cabecera don Antonio Machado os digo:"Caminos de la Mancha, conmigo vais, mi corazón os lleva".
Estas tardes de nostalgia en las que recordaba para mitigar la calor castellana revividas ayer en un local de Oviedo donde escancié unos "culinos"
Quizás muchos lo desconozcan, más yo si lo recuerdo, cuando un día tal cual hoy recorría esos caminos polvorientos que conducen de Albacete a Villarrobledo en la Mancha profunda. Dos puntos equidistantes que significan un tiempo importante de mi vida. Como echaba de menos en esos días que aprieta la calor de verdad y desciende con fuerza inusitada del cielo a los sembrados.
Cuando de lejos divisaba a aquel paisano desdibujado cual espejismo ya tostado al sol de la primeras luces de la mañana, recogiendo el fruto de la vid. Arribaba a la ciudad villa llamada asi porque de sus robledales fueron construidos los barcos que llevaron una nueva cultura al Nuevo Mundo. Allí donde se elabora el que acaso sea uno de los quesos españoles más universalmente conocidos, junto con el "cabrales" que se recría en cuevas misteriosa ocultas en los limites de los Picos de Europa.
En el paisaje se podían leer esas lineas horizontales de los sembrados, los que pintara el gran Benjamín Palencia, donde se esconde la perdiz del punto de mira del cazador tempranero. Como me recordaban aquellos paisanos tostados por el inmisericorde sol a los míos de Asturias que miran al monte cárdeno y nevado cuando elaboran la sidra fruto de los manzanos en llagares y adormecen el queso en el que se entremezclan la leche de cabra, de oveja y la procedente de las vacas de leche.
Esta foto de la vendimia en Albacete fue la ganadora del certamen dedicado a glosar las excelencias del mejor vino
Aquella tarde que del regreso de Murcia por Jumilla salí a respirar al aire ya manchego y hube de penetrar de nuevo en el coche porque el calor- nunca visto por mi- superaba los 48 grados. Sentí como el regreso a los infiernos dantescos, cuando allá a lo lejos me embargaba el recuerdo de otra Beatriz que tanto amé.
Cuanto eché de menos cuando apretaba la calor esa sidra vertida al vasu desde los toneles, cuando madura y fermenta en el llagar. Esas canciones mías que cantan mis paisanos en las tardes de espichas y que siempre hablan de amor y nostalgia, la misma que yo sentía esa tarde del mes de Julio acercándome a la otra ciudad que un día compartió provincia con Albacete. Caso curioso, los naturales de allí consumen más cerveza que vino cuando el líquido elemento es de los mejores caldos del mundo porque supieron resistir y padecer la invasión de la filoxera,sin que pudiera afectarles a sus plantaciones.
Aquel tórrido calor que trae el verano por los caminos sembrados de ventas y labradores que tienen como principal problema el suministro de agua. Allí los llaman pozos, tiene número y son escasos. Aquí lo que ye sidra y agua. Aquella tarde el calor derretía literalmente la sesera. Pero antes cuando el regreso del hortelano periodista venia por los caminos a las "misas cantadas" allí donde el pescador no pesca y el cargador no carga".
Siempre de viaje dejando atrás pueblos que llevan nombres,citas entresacados de la obra de obras: El Quijote. En esas cosas entretenía el pensamiento cuando dejaba atrás un pueblo que tars otro que en este caso llevaba el nombre de un campeón que nació en mi vecindad asturiana: Fernando Alonso, aquel guaje al que vi crecer entre motores y ruidos de karts.
Y ya,como sin darme cuenta divisaba la tierra de la dulce Dulcinea, a la que "velaba" con lamza de astillero el buen Quijano. Solía,cuando el atardecer lo aconseja a dar"un voltio" por las calles de Concepción y Tejares para conseguir en un colmado, merluza asturiana y fabes de la granja de Luarca y otros productos asturianos que "importaba"un manchego desde mi tierra.
Nuestras mozas escanciadoras saben de que va esto cuando el calor aprieta en todo el país. Tere es una experta escanciadora
Pero esta tarde de Julio, pasado ya más de un decenio, me trae el recuerdo aquella otra tierra donde tuve amor desenfrenado y compañeros que se partian el pecho por sus ideas. Por la tarde iba a un bar de la calle Coca donde se ubica la sede el PSOE, llamado Tazones,el puerto pesquero donde un día recalara el emperador Carlos I. Su propietario venía a disfrutar del clima del verano a Asturias, cuando aprieta la calor allí al mar cantábrico de Villaviciosa y así quiso llamarlo. Desde aquellos años soy medio manchego medio asturiano, uno de los que echaba de menos la sidra para mitigar la sed castellana. Un conocido lagarero me dejaba gentilmente unas caja de sidra en un bar de Albacete regentado por mejicano/ astures.
El quesu cabrales y la sidra ayudan a mitigar la nostalgia de los que están lejos de su tierrina.
Aquella mañana del cálido verano del 2007 hube de escanciar sidra. Primero para los amigos, luego para una retahíla de personas que aguardaban cola para verme tirarla a lo alto. A veces hasta echaba un cantarín: "...Como me gusta la sidra de los lagares de Nava". Recordando aquella paisanina que fue mi madre y que había nacido en esta tierra capital sidrera del mundo.El sabor agridulce del néctar de mi tierra salpicando el vaso, me perseguía allí donde fuera. En lugares tan distantes como París, La Mancha; por ejemplo.
Hoy de nuevo aquí, pegado al terruño que me vio nacer no olvido aquellos "·miguelitos" de La Roda que degustaba en el coche camino del "trabajo de campo". Me enorgullezco de conocer bien mi región,Asturias, por mi trabajo,más aprendí a conectar con el paisaje, el esencial paisanaje manchego que produce casi de todo, menos sidra claro.
En estos toneles fabricados para dar forma y sentido a la sidra se guardan mucha nostalgia.
En algunos días de descanso, que eran cuatro o cinco al mes, recorría esos 700 kilómetros que separan y unen Oviedo con Albacete para degustar "oricios" y un pote astur aquí. A media tarde regresaba de nuevo a la Mancha no sin antes despedirme con nostalgia de Asturias, descansando un pigazu en un recodo del camino del Huerna camino de la Mancha.
Una mirada hacia esos montes ya de invierno cuando surge la nevada y a eso de las diez de la noche recalaba en el restaurante "La Oza" manchega donde me aguardaba una pata de cordero al horno con ajos a los que no separa la piel, convientemente machacada. Acudía cargado de de"moriiña" a esa otra tierra de acogimiento: La Mancha que quiere ser "manchuela".Nostalgia pura de un tiempo que me tocó vivir y donde halló refugio el ilustre pintor asturiano Orlando Pelayo, allí donde la provincia albaceteña se hace brava.
El pintor asturiano, Orlando Pelayo, buscó el refugio para su obra y su vida en los pueblos castellano manchegos.
Recuerdos mezclados con sidra que se vuelcan en la mente de personajes que son símbolos para el otro recuerdo cultural: la Historia, la que enseña el historiador y profesor de esa cátedra contemporánea, el manchego Manuel Requena al que se le ocurrió la idea de colocar un monolito en la Universidad de Macanaz como homenaje a las Brigadas Internacionales que tuvieron cuartel en Albacete antes de que Pasionaria los despidiera con honda emoción en Barcelona.
Ellos dejaron su vida a cientos peleando en España contra el opresor fascista por un país democrático solo hollado por las botas del fascismo cruel."Os vais pero siempre estaréis en nuestro corazón" dijo entonces la líder comunista.
El Profesor Requena quisio que se inmortalizara en este monolito el compromiso de las Brigadas Internacionales cuando tuvieron cuartel en Albacete.Abajo David Ruiz.
Este profesor que era un buen amigo y compañero del ovetense también historiador, David Ruiz, quien dedicó parte de su vida a profundizar sobre la clase obrera asturiana, los indómitos mineros que un día cargaron sus cuerpo con dinamita e "invadieron" la ciudad donde antes habían dado sacrificio al rector hijo del gran Clarín."Un día quisieron que la conferencia que íbamos a impartir David y yo la disertáramos en catalán en la Universidad de Valencia. El, David, se negó, y yo que hablo bien valenciá hice lo propio" me recordó aquella mañana el profesor manchego en la esquina de bar donde nos refugiamos de la calor.
Que pena no tener a mano aquella mañana una sidra bien fría escanciada en el vaso. Nostalgia pura por tanto de un tiempo que no olvido, de lejanía y sin embargo tan cercano.En aquella Mancha que quiere ser "manchuela" para compartir las cuatro provincias que conviven en ese territorio.Esos amigos y vivencias perduran porque yo me los gané a pulso, día a día, paso paso.
Aquel día en la Mancha acompañé al penúltimo de la saga del Corte Ingles Isidoro Álvarez, dos asturianos que se saludaban y fundían en un abrazo en tierras manchegas
Porque allí permanecen quienes fueron míos y aquí está un corazón que late en la tierra de mis ancestros, en torno a una botella de sidra,frutos del mar y ese queso que duerme fermentado durante meses en cuevas repletas de estalactitas para deleite de los mejores gormuets del mundo.
Antes de irme y cuando la leyenda de los "almacenes" pivotaba sobre esa tierra tuve tiempo para departir con el que fuera presidente del Corte Inglés, Isidoro Gónzález, cuando se inauguraba el penúltimo "almacén"- así gustan de llamar- del grupo comercial de referencia.
"No de La Mata- Grado- era el fundador Ramón, quien primero tuvo El Encanto, emigrado a Cuba y de ahí surgiría el Corte Ingles más ahora aquí, en Albacete, como corresponde, nos tomaremos un buen vino manchego y de postre y en tu honor un buen queso de cabales". Dijo y ya jamás me falto en la estantería del nuevo y moderno establecimiento una porción de cabrales y una botella de sidra.
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