LAS GAITAS Y LA LEYENDA URBANA DEL TIRULIRU
Oviedo huele y suena
a gaitas “grilleras” los domingos de mañana en la zona del Fontan. Esa herencia social impuesta
por el ex alcalde Gabino de Lorenzo, se perpetúa y hace liturgia cada mañana de
domingo.
La ciudad es otra, bulle de alegría estos días previos al San Martín y primer adobu, cuando
los colmados y chigres huelen a mondongo y romero y parroches por estas calles transitadas
de turistas y aldeanos ociosos.
Fermín al tambor mientras el gaitero templa el punteru. Estas mañanitas de domingo previas al San Martín, en la ciudad de Oviedo se refleja el sentir popular donde se repite ese mantra conocido de: "Xente de Uvieu, tambor y gaita" Un axioma.
Es momento de conocer lo que aquí y allí
acontece y hacia ese lugar dirijo mis pasos.
Los “cangueses” que
ya tiene clan y clá vienen y van con su aire de “refugiados” a ofrecer tapas y
licores e su tierra en la mañana local. Allí oficia entre otros personajes como
aquellos míticos Chata de Pumarín, Cigaña y Garrafundia, el Coque y otros
muchos, un nuevo valor de la cantera
local que añadir a esa trouppé quien se hace llamar: el “tiruliru: Le veo acodado en la barra del bar cuyo
propietario es uno de esos “cangueses ”trasplantado a la ciudad. El último
reducto de refugiados provenientes de la comarca minera de la que fuera otrora
conocida por la “milla de oro” asturiana.
Desgrana sus
recuerdos de barman el “tiruliru” haciendo sonar por toda receta el “tiruliru”
este joven jubileta, mientras las gaitas gabinianas alegran la jornada desgranando
sus notas inmisericordes a la clientela de la hora del vermú .
Fermín el de Les Caldes lleva casi medio siglo aporreando el tambor de un lugar a otro de la ciudad y con varios grupo no puede faltar cada mañana de domingo en el Fontan y sus aledaños. Y resuena en el aire "...a mi me gusta la gaita, viva la gaita viva el gaiteru..."Y venga sidra y venga folixa.
A veces se les van de
mano porque el chiflar del punteru y el sonar del roncón despierta a los niños
que se acurrucan pata iniciar la siesta en una silla de bebes. Pero sus sonidos
se hacen sentir más allá del entorno. El “clan de los cangueses” domina la
ciudad. Han instalado sus tiendas para que el ovetense de siempre pueda
consumir en el “brato” “brato” esas tapas y rapas y pescados a un precio mas
que razonable. En realidad, se han hechos los “putos amos” -con perdón- de la
ciudad.
Calle bajo, ciudad
arriba, vienen en tropa formada los gaiteros y tamborileros y un canijo es
quien golpea el bombo y el tambor camino de la otra “milla de oro”. Los “cangueses” buenos
conquistadores ya conocen el terreno de cuando años atrás surtieron de
productos lácteos el mundo conocido y antes aun, transportando ilusión, personas
y mercancías hasta el penúltimo confín del mundo conocido.
Los hosteleros locales y sus clientes, son quienes mejor conocen el buen ambiente asturiano que se desarrolla los domingos a la hora del vermú. En esta ocasión trocados por la sidra que corre del tonel a la calle.
Hoy estos nuevos
societarios hosteleros surten de bocatas low cost a los menestrales y empleados
de oficinas próximas. Oviedo ciudad siempre receptora los recibe con los brazos
abiertos. Siempre fuimos “grandones” y ellos, serviles.
Pero el “tiruliru”
personaje singular de la leyenda urbana, no pierde el compás mientras corteja una camarera de origen rumano que le
da calabazas con otro menestral. Ella aspira a algo más. Y los “cangueses”
también.
A todo el material
que ofrecen en la barra y el comedor le
ponen trasfondo de su tierra como aquella guitarra del mesón que evocara el gran
Machado que “sonaba jotas hora y mañana peteneras, según quien llega y tañe”. En serio: Da un poco de vergüenza aldeana y es
por eso que intento pasar desapercibido, oculto en una esquina del local. Allí
donde se”refugian” otros asturianos que no de la pobreza y el olvido.
En esta mañana de
radiante domingo otoñal ya vienen, cuesta abajo, calle arriba, los gaiteros
ataviados con sus refajos y quepis cornicortos que asemejan personajes de otra galaxia, templando sus gaitas desafinadas
que afinan con el roncón. Entre ellos este tamborilero con el que compartí instrucción
militar en El Ferral del Bernesga allá
en los tardo sesenta.
Las bandas de gaitas y tambor ovetenses, el baile, son apoyados por la municipalidad. Los turistas que acuden a este entorno urbano disfrutan de los sones populares con estos músicos ovetenses-asturianos-
Se llama y nombra Fermín García, no más: vaya usted a saber si responde por eso nombre. El canijo
lleva colgado el tambor a sus espaldas y le espera el gaitero quien templa el
bordón. Suena una nota y otra y Fermín sigue el compás, un dos tres unos dos
tres, para deleite de los parroquianos domingueros.
“yo a usted le conocí
en aquel campamento del Ferral de los sesenta. Usted tocaba la gaita y
desfilamos en el día de la Jura de Bandera por el Costerón a los sones de
canciones tradicionales de Asturias”. Acertado anda quien golpea el tambor
cuando me lió mi amigo Pedro Bastarrica quien cumplía el servicio allá para
fundar el primer grupo miliar de gaitas del país. Hoy se siguen esas huellas que
yo inicie en otros cuarteles de los regimientos españoles.
Menudo lujo saborear los platos cangueses mientras se oye la gaita y el tambor y corre la sidra calle abajo por estos lugares tan ovetenses como la Calle del Carpio y la Plaza del Sol.
Pero Fermín García no
pierde el paso, el son, ni la memoria. El ya lleva 30 años en este noble arte
del tambor. Dice la copla: “Xente de Uvieu tambor y gaita” y Fermín sigue al
pie de la letra la tradición hecha consigna. Entonan un son y el papá de un
bebé se disgusta porque se ha despertado la criatura. Fermín pide disculpas, un
receso al gaiteru .El que nacido en Les Caldes ya conoce estas monsergas desde
cuando siendo niño los gaiteros despertaban la alborada de las fiestas de su
pueblo.
Hoy siguiendo el
consejo de los nuevos gobernantes locales quienes: “se portan muy bien con los
grupos de gaitas” sigue aporreando el tambor en varios grupos que reclaman su presencia.
Les hago un track de
su jornada con cuatro sones. Fermín me lo agradece, mientras el “tiruliru”
ensombrece la última hora de la mañana en la barra del bar desde donde dirige
miradas picarescas a la “prima donna” rumana.
Ellas-las camareras- que no son precisamente canguesas vierten la sidra en el vasu para escanciar para los clientes el néctar asturiano, mientras fuera del local suena la gaita y percute el tambor.
Los “cangueses” sin perdonar una,
sirven aperitivos ligt de pollo y cecina
y los vecinos de Oviedo que viven intensamente la hora del vermú se lo
agradecen. Ellos, “los cangueses” siempre llevarán en su “faltriquera” la
alcancía de una ciudad agradecida y leal que aun duerme la larga siesta de su
Regenta-
Pedro Bastarrica el primero por la derecha junto con Tino Casal cuando compartía Archiduqes y campamento en el Ferral, más o menos.
Atrás quedan aquellos
años del reemplazo del 69/69 cuando hacíamos la maleta de cartón camino del
Ferral, un lugar donde Fermín aprendió a tocar ese “tiruliru” que evoca el
menestral. Continúa el trajín mañanero cargado de sidra y que evoca nostalgia a
los sones de gaitas y tambores que siente cada uno de su terruño particular.
Mientras Los “cangueses” siguen dándole al rabil de la caja registradora.
Acogidos en una ciudad que les reconoce porque en el fondo ellos son serviciales.
“Ye lo que hay” reza su eslogan.
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