lunes, 24 de octubre de 2016

LA AFRODISÍACA DELICIA DEL CARACOL



LA AFRODISÍACA DELICIA DEL CARACOL,
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Una forma muy graciosa de aparearse en su versión hermafrodita. Estos moluscos son lentos pero seguros, residen allí donde los paredones les brindan sombras y soledad.
Ese molusco hermafrodita forma parte de la receta culinaria de las principales mesas del mundo. En lugares como el Mesón La Aldea de Santa Marina de Pidramuelle es cita obligada para exigentes gastronómos asturianos para deleitarse con este manjar criado en los paredones,jardines y tapias de los pueblos.
La cocinera del local, Carmen, nos ofrece su receta para degustar caracoles que hacen las delicias de los gourmets más expertos y exigentes.

Una de las mejores cocineras asturianas la veterana Carmen, los prepara con esmero en sus fogones asistida por su hija y empleadas quienes combinan este suculento manjar con otros platos de la gastronomía regional con visos de internacional.
Que no sabrá Jaime de donde se ofrecen los sabores más escogidos de esta región. Hoy tocó La Aldea, un lugar de la periferia local, en Oviedo.

Esta mañana de autor me invitan a conocer el local donde camioneros y menestrales se dan cita para degustar estos manjares del campo a la cocina y de allí, directamente al plato. Somos unos más ne el local: Jaime industrial de plaza y yo."Te voy a a llevar a un lugar algo desconocido pero que merece una visita"me
dijo esta mañana florida.
Y allí me dejo transportar al aroma del buen yantar con este carbayón de los de siempre en su propio auto. La tarde es de un otoño riguroso desde donde se divisan los picos cárdenos del monte Naranco y de arribada; el Aramo que desciende dejando el sol de la estación sus picos sin nieve. Una tarde como para mostrar esta radiante jornada.
De esta guisa se ofrecen los caracoles de temporada, luego hibernan y ya es difícil conseguirlos. Los de envase no saben lo mismo.Eso bien lo sabe Carmen que lleva medio siglo en la cocina.

Los caracoles ya nadan en la salsa cocinera. Nos los sirven para probar y es una buena ocasión para hablar de mis amigos catalanes que ante un plato como este se rendirían sin miramientos.
Posa para el video la cocinera Carmen, una repostera ya veterana en estas lides quien nos explica a cámara la forma de cocinar estos moluscos de hibernación lenta que llegan a las 15 pulgadas de envergadura.
El caracol; aquellos moluscosque probé de niño en Casa Cesáreo de la calle Magdalena de Oviedo y en aquel  bar del mismo nombre de la calle Mon, donde Jerónimo Granda apacentaba sus canciones cargadas de ironía entre caracoles."Tiene mucha historia esta ciudad que te iré documentando poco a poco" comenta Jaime que tiene en El Campillin su centro de operaciones y morada profesional. 
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"¿no queríais caracoles? Pues ahí los tenéis, a fartucar. Mirai Velino y Jaime como se ponen moraos con ellos"

Mientras ya en las cacerolas esperan turno para ser degustados estos moluscos de fino olfato que antes de ayer  se apareaban pese a ser hermafroditas. En esta tarde del otoño,soy todo oídos.
En el paladar son aun más lentos que en vida. "Dicen que su mejor habitat y mejor sabor son los que habitan en los paredones de los cementerios" me comentan. Estos caracoles de parecer tan débil, pueden levantar hasta 10 veces su peso corporal. Los ingredientes que elaboran las expertos manos cocieras son un secreto bien guardado.En esta tarde me dejo llevar por sus consejos en ese bar de las afueras de Oviedo.
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En aquellos cafés del París de los años 20, antes de bailar el can-can, los ociosos parisinos le daban al Pernoc y los caracoles que era la moda porque dicen de sus poderes afrodisiacos.Heminway tambien los degustaba.

Hay donde escoger entre las más de 200.000 especies de moluscos que existen en le mundo.En París donde el escritor Ernest Heminwai se extasiaba con su presencia culinaria en los bistrós de Montparnasse, representan un lujo entre la catas de lujo que se propone en los mejores restaurantes de la ciudad luz. 
Parecidos se pueden degustar aquí enalgunos bares d ela periferia como La Aldea, donde las diestras manos de Carmen hacen el resto. Y por tanto; no será la ultima vez que nos dejemos caer por ese mesón  para dar cuenta de este suculento plato que vemos en las imágenes.
Aunque a los caracoles se les vea cansinos en el andar- unos 55 kilómetros por hora- su lentitud esta calculada para los fines que persiguen. En la mesa hacen un dulce paladar que contrasta con las salsas cargadas de sabores exóticos en los que prima la cebolla como para darles el contrapunto necesario.
Esta glotonería que me  invade no podía pasar de lago este día en el que el otoño nos hace más románticos y los caracoles bien guisados son un lujo al alcance de unos pocos.

La Aldea sabe de esto y lo trata con esmero. Yo solo me dejo llevar por los comensales avezados que esperan turno para saborear este manjar de auténticos gourmets. Si lo que desean es darse un gustazo parisino,déjense caer un día de estos por este lugar compartiendo platos caseros con sabor de la tierra donde están presentes estos moluscos de temporada. Cuando pase este ciclo ellos deberán hibernar como hace el oso agrimensor siguiendo el ciclo que les marca la naturaleza. Bon apetiv.

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