lunes, 25 de agosto de 2014

1 al 10 Y...AL CIELO



"1 AL 10 Y...AL CIELO"

"A Julio, allá donde estés que ocupa una parte de mi vida"

Se cumplen 100 años del nacimiento del escritor argentino Julio Cortázar del que dejo una semblanza del "amigo de París"

"En este encuentro de espacios y tiempos donde la palabra se hace poesía" Eso nos trajo y eso se llevó para habitar su espacio junto a quien tanto quería su mujer la fotógrafa Carold Dunlop. Eso nos dejo escrito cuando se fue setenta años después de haber nacido por casualidad en Bruselas, hijo del abandono de un padre desconsiderado y una madre sensible que le enseñó a mar las letras.Siempre sintió cariño pro su país en especial por el Buenos Aires de su juventud, ciudad ala que regresó cuando la Junta dejó de enviarle mensajes por medio de la tripe AAA en el París querido donde vivió en compañía se su mujer y musa.

Julio Cortazár: Argentina se prepara para su centenario (FOTOS)

 AQUEL MUCHACHOTE QUE PRONUNCIABA MAL LA " ERRE"

Esta tarde de domingo interpreto un tango de Pedro Mafia en la voz de Carlitos Gardel en homenaje a Julio Cortázar aquel viejo/joven al que conocí a mediados de los 70 por los suburbios del Sena.Cuando se cumple el centenario del nacimiento del poeta y escritor argentino/francés, decenas de sus admiradores, lectores de su obra, organizan homenajes en su honor.

Las escuelas de tangos,principio y fin de una sociología parisina en torno a este música.

Llega el otoño. Lo veo venir desde mi ventana y con el, aquel París de mi juventud dorada, tardía. El mismo París donde es una delicia caminar por sobre las hojas caídas  desde los árboles del parque. Eso solo puede sentirse  en el París otoñal por las Tullerías abajo, donde al atardecer un grupo de músicos callejeros dejan sentir el sonido de un acordeón triste, aquella música que tanto le gustaba la Edith Piaf. Al igual que ella frecuenté esos semisótanos conspiradores de la city, cuando aún se podía fumar dentro del local.
Foto
En estos cafés entre Les Halles y Montparnasse se pergeñó Rayuela, una de las mejores novelas del genial escritor.

Aquel muchachote vivía a dos manzanas de mi apartamento.En la Rue Martel un portal sin ascensor que debía subir y bajar a diario, el gran fumador. Le conocí como por casualidad, mientras fumaba con  frenesí inusitado los cigarros de la marca “galouisse” de dos en dos como si quisiera apurar el humo del tiempo que ascendía de la parada de metro al cielo de la ciudad. Sucedía muy cerca de nuestras casas, donde era una delicia contemplar los atardeceres y amaneceres cárdenos.
Un día le oí conversar con un grupo de latinos en la parada. “Se llama Julio Cortázar es un orgullo para nosotros, un genio de la literatura” me dijeron después cuando les sorprendí comprando hortalizas en el verdulero de la esquina. Recuerdo que ese día Cortázar  llevaba prendida detrás de la oreja una hoja de ruda, una costumbre que supe era propia de algunos argentinos después de una canción de Homero Manzi.

 
Sus pasiones, Carold, el galouise, el jazz y los gatos.

Cuando eso sucedió, yo tocaba la guitarra en el bistró de un hotel próximo al Barrio Latino, por un puñado de francos antiguos. A veces le veía a esas horas extraordinarias compartidas por la espera del Metropolitano. Se me diferenciaba por la estatura y no reparaba en mi presencia. Solo una vez al verme cargado con la guitarra dirigió su mirada hacia mi. Me habló en un francés hermoso, delicado, con voz cadenciosa resbalando las “erres” como si fuera la de un niño consentido en la infancia.
Imagen de Cortázar
En su visita a España, Julio se dejó fotografiar junto a una pareja de guardias civiles.

“¿músico verdad?” Cantautor repliqué. Entretengo las noches a turistas españoles como yo en la noche de los sótanos con canciones que son versos de poetas.  “Oh… la poesía, ¿de quienes” inquirió con interés  Pues de todo los que tengo a mano. ¿Y usted? “Mira por donde-se imponía el trato por la edad- soy por encima de todo poeta pero escribo cosas que se me ocurren, allí donde encuentro un argumento como Picasso pinta su cuadros, me vale todo. Desde niño cuando y, debido a una enfermedad infantil me aficioné desmesuradamente por la lectura”.
Y en eso paró el tren de mi línea de metro y nos despedimos. “Ah... soy argentino, más nacido en Bruselas la ciudad donde el oro brilla por entre las rejas” dijo desde el andén a modo de despedida.
Niña jugando a la rayuela Foto de archivo - 13565084
Las calles de París pintadas de "rayuelas" donde la niñez da paso a la pubertad.

Y así conocí al autor de Rayuela. El vocablo no me sonaba y por eso aquella otra mañana del otoño parisino, le repregunté por su significado. “Es un juego popular, de niños que tiene hasta monumento en París. Los niños tiran una chapa entre los cuadros del 1 al 10,con números inscritos y luego saltan para encontrarla allí donde haya caído”. Un juego sencillo que yo vi practicar en mi infancia en la escuela primaria. El me mostró en un dibujo el sentido del juego donde en la aceras lo practicaban los menores.
En mi tierra a este juego lo llamamos el “cascayu”. No tenía ni idea de lo que le estaba hablando, pero se interesó por ello. Ya conocía algo más al personaje celebre residente en la Rue Martel, a dos manzanas de mi humilde “bulín”. Así intimamos ese día y algunos otros.
Año Cortázar 2014: Cien años con Julio
Julio en un "cronopio" permanente y el sempiterno cigarro entre los labios. Así era y así le conocí.

”Conozco a una troupp de músicos de “la legua” como dicen ustedes los españoles. Ellos son argentinos y se dejan nombrar el Cuarteto Cedrón, llevados sin duda por el apellido del líder: Juan Tata Cedrón, del que soy un buen amigo”. Unos meses después se estrenaba un corto con música de los Cedrón realizado por un buen amigo el guionista y escritor, Tristan Bauer 
Y mi patrona hacía elogias de aquel gigante con voz de niño. Así supe que un libro suyo dedicado precisamente a la familia Cedrón levantó entre los parisinos astillas entre los padres de escolares de la época. Dibujaba el escritor en "El día del Ombú"la historia de una familia desorganizada de exiliados  políticos argentinos en París. Cuando en aquella casa sobrevivían  muchos otros compatriotas, ruidosos al extremo y solidarios donde imperaba  el desorden. Y el escritor les había descrito tal cual en un relato corto. 
Una historia del Cuarteto Cedrón 
Los "cedrones" compartieron vida y canciones con Julio, quien les dedicó un libro maravilloso.

Después de aquello,pocos niños franceses querrían vivir cerca de los Cedrones.
Cuando un día le recriminó por ello la esposa del Tata,de nombre  Margarita, el autor de Rayuela  con su voz profunda, cadenciosa, amable, le dijo:”Solo ha sido una licencia poética Margaritte”. Y lo dijo arrastrando las erres dobles como era de naturaleza.
Aquel metro siempre llegaba tarde como para solidarizarse con nuestra espera programada. Y supe más de el. Una tarde me atreví a invitarle a visitar aquella cueva de Saint Germaint de Pre donde yo desgranaba canciones con letras de nuestros poetas de las diversas generaciones. Las del 98,el 27,el 50... Me daba algo de “corte” pero el se deleitaba oyéndolas de mi voz estropajosa, como lo que era: un niño de gran volumen.
A París llegaban los sones tardíos de La Colifa en la voz de Manu Chao.

Y así me adentré en la música de sus amigos porteños que tocaban tango y me involucré tanto en esa música, el tango, que ya  no me he salido del guión de todos estos años. El obviamente era mayor que yo, del 1914, yo del 47. Por tanto éramos de distintas generaciones, pero nos unía la música. Otro día con cierto reparo me dijo que le gustaba el jazz que se interpretaba en locales del París rancio,típico y añadió con voz respetuosa: “toco algo la trompeta”.
Tuñón precurso del tango, posa con un ramillete de poetas antifascistas en aquellos años duros del franquismo.

Este era el escritor, el poeta que me descubrió a “un poeta de tu tierra”. Raúl González Tuñón, un bardo de madre de Pola de Siero y padre de Mieres. Tuñón era precursor del tango de la nueva guardia. Sus amigos los Cedrón, lo bordan.
Aquel muchachote de erre atravesada vestida de  “egue” transitaba boulevard  abajo y arriba por Montparnasse con la mirada perdida dirigida hacia la misma acera donde se levanta el "Café de París"el que Hemingway solía frecuentar para sacar inspiración para sus relatos.  Y allí quiso ser enterrado Julio, en ese cementerio junto a su mujer, donde reposan otros músicos de jazz y escritores que han dejado huella en esa zona de París.
Foto: No se puede ser rockero sin ser rebelde. Así es mi amigo Velino, que además de rockero rebelde y también buen "torero", a sus sesenta y muchos, le sigue pegando a todo:

"Velino ni un Sinatra, ni un Gardel, ni un Ray Charles, ni un Braseens, ni un Serrat en 
giras de despedida como Vitorín que fue a la música de cantautor lo que Estopa y 
Fitipaldi al rock. Dos de su canciones más representativas no pasan de dos 
acordes.
Este era yo en aquellos tardo setenta interpretando tangos para Julio, para el Che Guevara.

Un día hube de irme pues otros acontecimientos aconsejaban mi presencia en España. Con tan mala suerte que al llegar al país fui detenido en Madrid, acusado de cantar para los “rojos” españoles en el exilio. De cerca me llegaban las voces de otros compañeros: Amancio Prada, Paco Ibáñez, Elisa Serna… Eran tiempos para la recolecta del otoño español cuando los turistas arrojan la toalla del verano para regresar a la niebla y las “folles” del París de las hojas muertas.
Un día me enteré de su muerte cuando ya conocía su éxito editorial, al que le llevo una enfermedad prematura. Mirando al cielo vi emerger de entre las nubes la figura de aquel joven “guevarista” que pidió y consiguió morir en París.
Dijo del revolucionario en su vista a Cuba a los sones de "Chao bandoneon": "Yo tuve un hermano al que no vimos nunca,pero nos enseñó el camino,ese fue el Che"escribió en el aire.
    
Así como un ecce homo, caía el honor de un pueblo, del mundo:El Che es detenido y muerto en Bolivia.

No es de extrañar por tanto que yo eligiera para su epitafio grabar una canción "Piedra negra sobre piedra blanca” con música propia sobre un poema del poeta que el tanto admiraba: Cesar Vallejo. Y así lo incluí en mi disco “Ni rejas ni fronteras”El texto que ni venido al pelo decía:  “… me moriré en París con aguacero, un día del cual tengo ya el recuerdo”. Acaso el deseaba morirse así entre la niebla de una mañana de marzo.
Un adiós firmado por Faustino F. Álvarez

Mi descubridor y amigo junto a los compañeros Pepe Álvarez y Carreño. El, Fausto, también admiraba mucho a Julio Cortázar y su obra
.
Eso antes de que me descubriera para el periodismo un joven periodista de mi edad, buen lector de Cortázar: Faustino Fernández Álvarez, quien fallecía hace apenas unos meses. En su honor relato este comentario cuando otros jóvenes lectores y escritores homenajean al escritor noble con cara de niño travieso que arrastró las “erres dobles” hasta la eternidad.

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