sábado, 1 de marzo de 2014

MANIFESTACION ANTI CHAVISTA ENN OVIEDO


"Los venezolanos en Asturias contra Maduro"

Decenas de naturales de ese pais protestan por las medidas impuestas por el regimen chavista

 

De


C
 


CUATRO “PANCHITOS” CONTRA MADURO

No están las cosas ni medio bien allá. La gente no puede salir a la calles, ni nuestros hijos acudir a las clases. No hay opinión ni medios para que la divulguen Venezuela se desangra y Europa la deja a su suerte, que poco solidarios con un país que lo dio todo por España”
Así de fuerte es lo que dice María Paz Castañón una venezolana y española hija del escritor “vallejista” José Manuel Castañón quien un día emigró al país del petróleo desde Pola de Lena y allí en Caracas tiene el nombre de una calle.


Ella y una treintena más de venezolanos residentes en Asturias protagonizaron ayer una manifestación en la Plaza de la Escandalera para protestar contra lo que acontece en su país con el Gobierno “chavista” de Nicolás Maduro.
Y ellos dicen que la madre patria-España- se desentiende del conflicto latente en ese país y que el gobierno de Rajoy mira hacia otro lado y mientras tanto que su país se desangra. Les queda su bandera la que vemos en las fotos y el amor inmenso que profesan por su país del petróleo, el que recuerdan dio cobijo a miles de republicanos españoles en plena guerra civil.
Ellos ahora luchan por un país donde prime la democracia donde imperen las libertades y por ello y se manifiestan por las calles y plazas de España.
Hacia allí dirigí mis pasos bajo una pertinaz lluvia, para estar con ellos. Siempre alguien que protesta tiene sus razones. Nosotros los españoles lo hicimos, yo mismo, en el Paris de cuando Franco agonizaba y le tenían entre algodones y respiradores en aquella clínica privada de El Pardo.
Que pronto olvidamos a quienes nos ayudaron, no solo en el plano personal, sino colectivo. Pero ellos siguen pidiendo ayuda al país del que comparten cultura y familia, como Mari Paz y su hermana Guillermina a las que un día el destino trajo al mundo allí en Venezuela al que emigró el autor de Moletu Boleva. Somos: todo oídos, para quienes deseen decirme si hay derecho.
Ese país que reinventó Chaves el histriónico cantante que les embelesó a ritmo de llaneras a un país tan fácil y sin embargo difícil de gobernar, ansiado de cariño y respeto.
Pero se encontraron en el camino de su historia reciente después del bolivarismo ideológico que tato usara e Chaves con los diablos del norte, los yanquis tan propicios a no dar nada a cambio de petróleo. Esos campos donde brota el oro negro y que quieren mantener para sus interese los grandes lobbys americanos.
Yo hoy también soy venezolano, como antes fui sandinista o chileno y argentino, cuando desangraban el Cono Sur, los “milicos”.
Dios me dio esta facultar de juntar palabras para dar testimonio de lo que acontece y quisiera coger el yumbo y caminar sobre las aguas del océano para estar con ellos en las calles de Caracas. Ernesto Che Guevara lo decía: “el verdadero revolucionario ha de estar allí donde se produce la revolución”
¿Y Cuba, Velino. Que tiene que ver con esto?”
Ojala se mantuvieran al margen, pero no es así, han tomado partido y esto hace mucho daño a los venezolanos de dentro y fuera del país” me dicen en este manifiesto de hoy



Cuba ese “gran lagarto verde” duerme entre las peñas al plácido sol caribeño, cuando no toma partido hasta mancharse, olvidando acaso de que las libertades no son propiedad de unos, sino de todos y los venezolanos la piden porque esta, no les vale. Pero son-con perdón- “cuatro panchitos” bajo la pertinaz lluvia local parapetados tras sus paraguas. Niños, mujeres y resistentes en general.
Allí no es nada como se lo pintan los informativos del mundo, hasta nos cercenan cualquier posibilidad de seguir esto que usted escribe, porque Internet esta intervenido y eso dificulta cualquier lucha” me dice un chaval con acento llanero.
Entre ellos me encuentro a uno de los Uria al que aprecio, resguardado bajo un paraguas y reclamando unos derechos que al perecer le asisten en ese país.
El al igual que el resto, no quieren dejar pasar esta oportunidad cuando apenas soy yo quien maneja una cámara que es la denuncia para los cientos de venezolanos españoles y de allá que hay en este país.
Pachina allí se queda después de su desenfrenada carrera por ser puntual. Está y se siente sojuzgada. Habita aquí como de prestado pero sueña con regresar un día al país donde parió a sus hijos mirando al caribe doliente donde tantos de otros países buscaron su libertad y encontraron cobijo.
Y vino como otros muchos a este país donde reside el pode de unos pocos cuando la democracia se viste del color dominante. Ellos nos entienden poco. Tan sufridos y opacos y ellos calientes como la sangre que corre por sus venas.
Soy todo oídos en este tiempo de camisas rojas y boinas y botas militares en ese país que se desangra como tantos otros. La “Crimea” del caribe hecha pedazos por intereses estratégico/militares.
Aquel grito ilusionado del primer Chaves, de lo que apenas queda. Ahora delegado en Nicolás Maduro, un remedo casual que curiosidad para un pueblo tan verde y estigmatizado por la historia.
Pero siguen enviando barriles y barriles de crudo y entonces todos la “tironean” a la Venezuela hermosa como a Marilyn mismo que se murió de drogas en una oscura habitación inmunda del apartamento cruel en que se convirtió su vida.
Venezuela está a diez horas de avión, por sobre el mar, esperando un gesto de quienes considera sus hermanos españoles, los de la madre patria. Tan lejanos y tan cerca como en aquella a canción mía con letra de otro escritor asturiano, Raúl González Tuñón.
Los hijos y nietos venezolanos del escritor Castañón esperan machadianamente otro “milagro de la primavera” al igual que miles venezolanos desesperanzados pero esperando la ayuda solidaria de sus hermanos españoles.
Hoy lo dejaron patente en esa plaza tan ovetense de la Escandalera, por donde alguna vez de nuestras vidas paseamos José Manuel Castañón y yo hablando de la poesía de Cesar Vallejo, el poeta peruano que tanto gustábamos de sus escritos.
Ella y una treintena más de venezolanos residentes en Asturias protagonizaron ayer una manifestación en la Plaza de la Escandalera para protestar contra lo que acontece en su país con el Gobierno “chapista” de Nicolás Maduro.
Y ellos dicen que la madre patria-España- se desentiende del conflicto latente en ese país y que el gobierno de Rajoy mira hacia otro lado y mientras tanto que su país se desangra. Les queda su bandera la que vemos en las fotos y el amor inmenso que profesan por su país del petróleo, el que recuerdan dio cobijo a miles de republicanos españoles en plena guerra civil.
Ellos ahora luchan por un país donde prime la democracia donde imperen las libertades y por ello y se manifiestan por las calles y plazas de España.
Hacia allí dirigí mis pasos bajo una pertinaz lluvia, para estar con ellos. Siempre alguien que protesta tiene sus razones. Nosotros los españoles lo hicimos, yo mismo, en el Paris de cuando Franco agonizaba y le tenían entre algodones y respiradores en aquella clínica privada de El Pardo.
Que pronto olvidamos a quienes nos ayudaron, no solo en el plano personal, sino colectivo. Pero ellos siguen pidiendo ayuda al país del que comparten cultura y familia, como Mari Paz y su hermana Guillermina a las que un día el destino trajo al mundo allí en Venezuela al que emigró el autor de Moletu Boleva. Somos: todo oídos, para quienes deseen decirme si hay derecho.
Ese país que reinventó Chaves el histriónico cantante que les embelesó a ritmo de llaneras a un país tan fácil y sin embargo difícil de gobernar, ansiado de cariño y respeto.
Pero se encontraron en el camino de su historia reciente después del bolivarismo ideológico que tato usara e Chaves con los diablos del norte, los yanquis tan propicios a no dar nada a cambio de petróleo. Esos campos donde brota el oro negro y que quieren mantener para sus interese los grandes lobbys americanos.
Yo hoy también soy venezolano, como antes fui sandinista o chileno y argentino, cuando desangraban el Cono Sur, los “milicos”.
Dios me dio esta facultar de juntar palabras para dar testimonio de lo que acontece y quisiera coger el yumbo y caminar sobre las aguas del océano para estar con ellos en las calles de Caracas. Ernesto Che Guevara lo decía: “el verdadero revolucionario ha de estar allí donde se produce la revolución”
¿Y Cuba, Velino. Que tiene que ver con esto?”
Ojala se mantuvieran al margen, pero no es así, han tomado partido y esto hace mucho daño a los venezolanos de dentro y fuera del país” me dicen en este manifiesto de hoy



Cuba ese “gran lagarto verde” duerme entre las peñas al plácido sol caribeño, cuando no toma partido hasta mancharse, olvidando acaso de que las libertades no son propiedad de unos, sino de todos y los venezolanos la piden porque esta, no les vale. Pero son-con perdón- “cuatro panchitos” bajo la pertinaz lluvia local parapetados tras sus paraguas. Niños, mujeres y resistentes en general.
Allí no es nada como se lo pintan los informativos del mundo, hasta nos cercenan cualquier posibilidad de seguir esto que usted escribe, porque Internet esta intervenido y eso dificulta cualquier lucha” me dice un chaval con acento llanero.
Entre ellos me encuentro a uno de los Uria al que aprecio, resguardado bajo un paraguas y reclamando unos derechos que al perecer le asisten en ese país.
El al igual que el resto, no quieren dejar pasar esta oportunidad cuando apenas soy yo quien maneja una cámara que es la denuncia para los cientos de venezolanos españoles y de allá que hay en este país.
Pachina allí se queda después de su desenfrenada carrera por ser puntual. Está y se siente sojuzgada. Habita aquí como de prestado pero sueña con regresar un día al país donde parió a sus hijos mirando al caribe doliente donde tantos de otros países buscaron su libertad y encontraron cobijo.
Y vino como otros muchos a este país donde reside el pode de unos pocos cuando la democracia se viste del color dominante. Ellos nos entienden poco. Tan sufridos y opacos y ellos calientes como la sangre que corre por sus venas.
Soy todo oídos en este tiempo de camisas rojas y boinas y botas militares en ese país que se desangra como tantos otros. La “Crimea” del caribe hecha pedazos por intereses estratégico/militares.
Aquel grito ilusionado del primer Chaves, de lo que apenas queda. Ahora delegado en Nicolás Maduro, un remedo casual que curiosidad para un pueblo tan verde y estigmatizado por la historia.
Pero siguen enviando barriles y barriles de crudo y entonces todos la “tironean” a la Venezuela hermosa como a Marilyn mismo que se murió de drogas en una oscura habitación inmunda del apartamento cruel en que se convirtió su vida.
Venezuela está a diez horas de avión, por sobre el mar, esperando un gesto de quienes considera sus hermanos españoles, los de la madre patria. Tan lejanos y tan cerca como en aquella a canción mía con letra de otro escritor asturiano, Raúl González Tuñón.
Los hijos y nietos venezolanos del escritor Castañón esperan machadianamente otro “milagro de la primavera” al igual que miles venezolanos desesperanzados pero esperando la ayuda solidaria de sus hermanos españoles.
Hoy lo dejaron patente en esa plaza tan ovetense de la Escandalera, por donde alguna vez de nuestras vidas paseamos José Manuel Castañón y yo hablando de la poesía de Cesar Vallejo, el poeta peruano que tanto gustábamos de sus escritos.

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