lunes, 30 de diciembre de 2013

el niño que aprendió a leer con la prensa: LNE




 Gustavo Suárez Pertierra y José Manuel Vaquero.
"la barbería de Constante"
 
Los meses de verano solía pasarme las mañanas en la barbería de Constante entre olores a loción fresca, jabones y navajas barberas. Creo que fue allí donde me inicié en la lectura. Constante que era algo rengo oía en la Radio al periodista Manolo Avello, quien siempre traía en el magín una crítica al alcalde ovetense de turno. Era a finales de los 50 del pasado siglo.
Mientras esto sucedía, yo me deleitaba leyendo artículos que no entendía bien sobre cosas que ocurrían lejos de mi entorno natural.
Leía de cabo a rabo La Nueva España. Con ese periódico inicié mi aventura profesional y la pasión por la lectura. Mientras el “rengo” Constante pasaba el filo de la navaja por el cuero resecado de los clientes.
De vez en cuando detenía él va y ven para preguntarme esta y aquella cosa. A mi aquellas sillas de peluquería me parecían tronos de reyes. Sus clientes eran en su mayoría vecinos del pueblo y trabajadores que instalaban el tendido eléctrico de RENFE. Corrían los años 50 del pasado siglo.
  
un niño asi era aquel que aprendió a leer con LNE
 
Yo, hasta ese momento, solo conocía “el vasco” aquel tren de madera con fogoneros y maquinistas que pringaban de hollín mi camisa de domingo. A lo largo de los años 50 me acostumbré al olor a carbón quemado y vapor de agua. Desde la barbería divisaba los trenes que a duras penas remontaban la cuesta de La Manjoya camino de la capital.
Algunas veces hacía novillos, en realidad “piraba” la escuela para leer el periódico con detenimiento. A mí aquello de los ríos de España y los reyes godos me traía sin cuidado, yo quería conocer como vibraba el mundo global  de cerca, lo regional, lo nacional. De lejos soñaba con viajar a América, Europa… a tantos países que solo veía en el mapa de la escuela.
En aquellos soliloquios entretenía la mañana. A través del vaho del espejo veía algunas mañanas a un niño de mi misma edad que pasaba por delante de la peluquería. Me fijaba en él porque no le conocía, no era del pueblo. Iba muy bien vestido y repeinado, portaba una cartera de aquellas de “trabillas”, cuando el resto de mis compañeros y yo mismo utilizábamos “cabách”. 

 Pertierra y Vaquero:amigos para siempre

Un día le pregunte al fígaro: ¿Constante quien ye esi chaval?
“Es de Bueño. Su padre es un tal Vaquero?  Lo veía en contadas ocasiones. Me chocaba aquel aspecto solitario. Tenía cara de buen estudiante.
Yo había estado en algunas ocasiones en Bueño, es una localidad próxima a la mía, en la que nací. En ese pueblo se cultivaban las mejores fresas y cerezas de la zona. Es un valle repleto de vegetación donde se levantan hórreos centenarios.
Al lado: Ferreros, donde según me contaron me salvé de milagro de la picadura de una víbora cuando aún no había aprendido a andar. Mis padres acudían todos los años a la fiesta de Santiago. Los recuerdos se amontonan bajo el árbol que está al lado de la iglesia.
20 años después como por casualidad me volví a encontrar con aquel joven que despertó mi curiosidad en la barbería de Constante.
El viejo peluquero ya había fallecido. De mi pueblo no quedaba sino la mitad, el resto se lo había devorado el trazado de la autopista A-66 Oviedo-Madrid.
El reencuentro con aquel joven chaval de Bueño casi 30 años después tendría lugar en Avilés. Fue en el año 1.977 en el Hotel Luzana. Yo había actuado como cantautor  en un mitin de la campaña electoral organizado por el PSOE. 
 
 Avila en todos los guisos periodisticos

Aquel día habían participado entre otros, Luis Gómez Llorente, Honorio Díaz y Felipe González. Recuerdo que en el transcurso del mitin en el turno de intervención de Felipe González se perdió un niño entre la multitud. ” Tranquilos compañeros, el niño no está perdido entre socialistas”, afirmó González. Y ya se ganó la concurrencia.
 «Quiero que con Youtube un chaval de Nueva York coja la guitarra y cante ´La Chata Pumarín´»




















                                          LNE les críó y ellos se juntaron, Velino no iba a ser una excepción

Tras el mitin y como casi siempre en estos actos tuvo lugar una rueda de prensa. Yo aún no conocía personalmente a Felipe González. Nos trasladamos al referido hotel.
Comentábamos las incidencias del mitin cuando hizo su aparición el futuro presidente. González al que ya conocían muchos periodistas asturianos de sus frecuentes visitas a las cuencas mineras. Le saludaron.
Dos de ellos Luis José Ávila y José Manuel Vaquero, aquel joven con cara de estudioso que yo veía a través del azogue, le saludaron con cierta familiaridad. Uno de ellos creo recordar que el propio Vaquero me presentó a González. “Mira este es Avelino, cantautor y además bebe los vientos del socialismo. Ha viajado por Europa interpretando a nuestros poetas”. Más tarde comprendí que a los buenos periodistas como ya eran Vaquero y Ávila se les escapa poco”. 
 
"Alli nació: "Ni rejas ni fronteras"

Así fue como entre en contacto con el líder socialista. Después fue el Frente Cultural del partido y los sabios consejos de Luis Gómez Llorente con el que compartí, carretera y manta, Antonio Machado y Carlos Marx.
 eramos de la familia: Luis y Luis"los luises"

Con el tiempo también me dedique al periodismo por lo que valoro aún más el difícil juego de juntar líneas. Empíricamente yo siempre fui reportero. Vaquero llegó a lo más alto en su trabajo. Ávila también. Yo emprendí nuevas aventuras en el medio y jamás, jamás deje de leer mi periódico de provincias. La vieja barbería es hoy un punto impreso en  un mojón de la carretera.        

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