martes, 17 de diciembre de 2013

Las sirenitas de Chano en ese mar proceloso



      EL FAUNO, LA SIRENA, EL HORREO Y LA MAR



Allí donde rompen las corrientes, las cuadernas se hacen trizas las del impacto de las olas, y las peñas se proyectan al vacío que es el mar donde habita una sirena, no una cualquiera como las de verdad, no aquella otra que llama a los marineros por su nombre en el mar de Copenhague, habita una sirena autóctona o ¿vaya usted a saber? 
 
Otra sirena que tiene carne ojos y…escamas. Al menos eso dice el poema o poemario en saga que describe el siempre genial Chano García, al que siempre será recordado por Chano el de la Fundación Príncipe de Asturias.  Si podría decir, y con razón, que es suyo el invento.
 
Un día de tormenta se asomó a su atalaya frente al mar, donde unos marinos embarrancaron frente la casa que habita el poema del autor. Ese mar que otros días permanece  tan silencioso, se tornó en tormenta con cruce de viento, primero del norte y más tarde, a medianoche;  del sur.
Hay que conocer los bajíos de Tapia de Casariego, donde a medianoche la marea baja y se puede ir caminado hacia ese lugar de sirenas que describe magistralmente el autor. Un periodista de raza, acostumbrado a relatar tragedias, de tormentas, de arriesgados marinos que dejaron sus vidas frente a la costa, cuando ya se creían a salvo de la galerna.
Así les sucedió a una pareja de veteranos  navegantes británicos, quienes con su yate casi salvo de la marejada, vinieron a estrellarse contra ese Horreo que los nativos descubren como traidor, pero con secretos que ahora descifra el habitante de esta tierra. El poeta allerano.
Yo presencié ese naufragio el que nos habla Chano. Más aun lo filme en sistema Betacam Digital, cuando desde la “nave central” al otro lado del teléfono de TVE en Asturias me encargaron el “trabajo”. Quien llamaba era Viti veterano productor de maneras suaves pero firmes. 
!General!-así me llamaba- “dice la radio que un barco ha naufragado ahí mismo en la costa, al lado de la sede de TeleOccidente”. Siempre la radio da la primera noticia y luego vamos los reporteros.
Cuando llegue al lugar del naufragio, en la dársena local, un grupo de personas se encontraban ya en el cantil, en el edificio de la Rula. El frente y el oleaje ya habían remitido de intensidad. Eran las primeras horas de la noche de un invierno de contrastes en las cartas marinas de navegación y puede que haya sido eso, lo  les hubiera despistado. Y a partir de ahí nacería la leyenda de la sirenita.
El primero en aparecer fue el cadáver de una señora entrada en años. Su documentación estaba extendida en una mesa de la Casa del Mar. Toño el del “Moderno” un nativo experto en estos naufragios de Cruz Roja,  ya estaba preparando el traje de neopreno para hacerse a la mar, pues ya había datos que decían que la pareja navegaba desde las costas británicas, cuando les` sorprendió la tormenta y trataron de hallar abrigo en la costa de Tapia. Pero esta vez no pudo ser.
Algo parecido le sucedería cien años atrás al ilustre Gaspar Melchor de Jovellanos quien con una tormenta similar buscó refugio en Puerto de Vega cuando trataba de alcanzar el Puerto del Musel de Gijón. Allí fue atendido y allí se murió en aquella casa que aun lo recuerda.
 Cada año las autoridades le ofrecían al ilustre escritor y político una ofrenda floral cerca de la casa donde falleció.
Puede que esa “sirenita” que nos describe Chano, nos hable de estos naufragios de la costa Occidental; de Cudillero a Luarca y hasta los límites con Galicia. En Luarca se recuerdan muchos naufragios de los antiguos balleneros que iban ala captura de cetáceos hasta las costas británicas. Los recuerdan en otro naufragio de mayores proporciones en un mural en lo que se conoce por “la Mesa de mareantes” 
Allí donde Álvarez Cascos juró fidelidad con su firma, al partido fundado por el y que lleva el emblema: FORO.
Cuando atardecía en Tapia, yo miraba al mar desde el paseo de Os Cañoes que otea la dársena local y más aún mi colega Ramón Sánchez Ocaña y su familia les encontraba con mi mirada.
Ocaña siempre fue un pescador más, entre otros de los que hablaban del mar y su peligro, la tragedia. Del Siempre Terni, cuando Pedro Amalio López escribiera sobre esos viejos lobos de mar.
En dos frentes opuestos, pero no antagónicos dos “peñas” de pescadores: Las cámaras “alta y el “baja” los viejos lobos de mar, debaten como en los parlamentos de Madrid  sobre todo en lo que concierne ala pesca y las tragedias del mar y esas epopeyas ganadas a la historia .
En Luarca hay un rió Negro, como el  pirata que vino a buscar fortuna y amor ¿o acaso seducido por una sirena? El corsario Cambaral, otra leyenda que trajo el mar y en el Puente del Beso que recuerda esa gesta, se ofreció a la bella luarquesas. Frente a las cotas el remanso de Porcia y Viavélez, allí  aprendió a nadar mi hija, donde Corín Tellado pergeño mil y una aventuras de amor, con la mirada puesta en la costa. Tico Medina y yo la visitábamos a menudo.
Y luego nos íbamos a Puerto de Vega a cantar canciones de ultramar con mi guitarra. Allí muy cerca de ese escenario estuvo la primera aduana de Asturias. Y aun permanecen las almenas para la defensa del asedio al que sometían al pueblo  ballenero los piratas
Los muertos de la mar y las sirenas. Yo contemplé desde mi otra atalaya de periodista la muerte traicionera desde los acantilados del Occidente, bien lo saben los marineros y participe en el alijo de la mayor incautación de droga cocaína en estado puro.
Fue en Salave –Tapia-cuando el carpintero del pueblo me dio el aviso. La Guardia Civil –era el atardecer- colocó en una plataforma unos potentes focos para iluminar el acantilado de la Cerva y me colgaron en un guinche con la cámara al hombro desde donde se podía apreciar la singularidad del alijo. 166 petates del ejército repletos de esta droga.
El Occidente guarda secretos de un lado al otro de la cinta de mar que le circunda. Allí donde los poetas dejaron su huella en Castropol, acaso atraídos por otras ¿o la misma sirena? Allí donde dejaron su impronta espiritual, muchos de nuestros mejores vates nacionales
Y en la frontera que nos hermana con Galicia la ria que unos llaman de Ribadeo y otros simplemente “a nosa ría”.
Las sirenas van de un lado al otro de este brazo de mar que inspira, noche tras noche, a un rapaz alleranu que siempre reúne grandes ideas. Ya tiene mi ofrecimiento a ponerle música a alguna de esas estrofas que nos regala por medio de la red de redes. Mi guitarra está presta a darle calor  en semicorcheas a esa inspiración tan necesaria.
El dice que la sirena me conoce. Acaso de cuando yo me iba frente al mar, cerca de  ese Horreo del que nos habla el periodista. Pero como soy un poco distraído no me tropecé con esa ninfa. Ella al parecer:si.

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