martes, 31 de diciembre de 2013

POR NAVIDADES:SENTAR UN POBRE EN LA MESA

"por Navidadades ponga un pobre en su mesa"




Contra crónica del fin de año

En nochebuena y fin de año es costumbre pagana, desde la era franquista, sentar un pobre a la mesa de los más pudientes. Estas dos fechas, no se porque, me traen siempre a la memoria aquella opera master del genial Buñuel. Deberían reponer en las teles por tanto “Viridiana” el mejor exponente del celuloide para estas fechas.
 
Otros como los políticos-personajes siempre presentes en mis escritos- ya han sentado sus pobres la mesa y los postres. Este año se les adelantó Humptey, más conocido por Iglesias Caunedo, primera autoridad local de Oviedo, quien de una “sentada” ha puesto mantel y cubiertos para cinco concejales en su mesa comedor. Dos de ellos no adscritos –los de Foro los llama fránsfugas y así los publicita en plazas y mercados- y tres de IU. Estos últimos huyen de la pobreza no extrema para ver lo que cuecen en las cocinas conservadoras. Puede que tengan otro tipo de necesidades ¿quien sabe?
 
El caso es llevar un pobre a la le mesa…del patrón.
Lo recordaba el gaucho Atahualpa Yupanqui, en una de sus coplas milongueras, variadas. “Si Dios existe o no, es cosa que no se yo, pero seguro que almuerza a la mesa del patrón” Sabios versos los del hombre del Cerro Colorao
Y ya metidos en harina familiar, estos días son más o menos: tristes.
Los abuelos en la sobremesa recordando sus años de casadielles de nuez con anís, la de aquella infancia feliz de nevadas y comidas frugales, obligados por las circunstancias, de las que a mi me tocaron algunas. !Ay! aquel pollo madre, y las empanadas que tu cocinabas con cariño y dedicación, varias horas antes en el horno de leña de la cocina bilbaína de la casa Orbegozo.
Aquellos postres regados generosamente con anís del “Mono”, el arroz con leche requemau. Esa era la cena de los pobres que nos sentábamos juntos a la hora convenida e invocábamos a Dios que era quien nos daba sin que nos diéramos cuenta.
 
Ahora, este día, la cena de fin de año se hace en los colmados y discotecas. Antes de que termine la jornada y de paso a un nuevo año, los hijos y nietos piden ayuda eurótica a sus mayores pa el cotillón y los cubatas y wiskises, una especie de canon para auxiliar la borrachera puntual que nos arrastra a este día. Allí en el comedor, cariacontecidos, sentados al calor del hogar, quedan los veteranos contando mil y una anécdotas de la mili y recuerdan aquel compañero de armas al que nunca más vieron.
Se trata por tanto de dar la bienvenida al nuevo año en base a campanadas que siempre parecen dar los mismos por la tele. Antes eran Marisa Medina, Joaquín Prats y los suyos en blanco y negro y detrás salía entre una nube de isobaras, el viejo D. Mariano Medina su padre, el meteorólogo de siempre pronostica lo que iba a acontecer al día siguiente. En casa, de cualquier forma, siempre le teníamos "fe” al Calendario Zaragozano, porque solía acertar.
 
Al día siguiente, uno más en el calendario de la vida, despertábamos temprano para ver los slalom gigantes de los mejores del mundo en saltos de altura desde Insbruck. ¿donde queda eso mamá? Le decía yo a aquella vieja que fregaba los cacharos del día anterior.”Nun se fiu que yo soy de pueblu, aldeana y bastante tengo con recoger lo de la cena. ¿Gustote el pollo que fize?”
Y ya sin darnos cuenta, mientras esperábamos el regreso de los mayores del baile de fin de año, seguíamos desde Viena el festival de valses de Strauss, en la tele sin UHF. 
 
Como si fuera hoy, entretengo las líneas de este bloguero sentimentaloide y que -hoy- ¿contracronista? Sigue al pie del cañón, mientras la memoria resista.
Otros años aquellos del rock and roll, solíamos hacer “bolos” por les discotecas y boites del tardo franquismo que eran un neologismo traído de otros lugares.
Venga furgoneta y aquellos Pelisos, Gutis etc… que daban la murga y al cubata de garrafón de Casa Visita en Pola de Gordón, en La Bombilla de Moreda; por ejemplo. Esa juventud perdida y añorada por casi todos.
 
Esta noche, unos brindaremos con cava-brut- que a mi me envían de felicitación desde el Baix Llobregat y casi todos desgranaremos las uvas traídas de mis campos manchegos, por un año mejor. ¿Por qué no igual? Este no parece haber sido tan malo, fue…peor.
Mientras los viejos siguen con sus cuitas en esta noche de esperanza los más jóvenes endulzan la noche. Ellas estrenando unas braguitas rojas para la ocasión, que luego tras lavarlas convenientemente sirven para el Día de los Enamorados, y ellos, vistiendo un terno “armani” pagado a plazos en El Corte Inglés. Para poco más da esta noche larga que espera a un año mejor.
El mundo no se acaba, para algunos. Para otros empieza la nueva y buena vida de siempre. Nosotros –los pobres- siempre perdemos algo con los años y echamos de menos aquel pollo en pepitoria que preparaban con esmero nuestras madres y abuelas.
 
Yo hoy estaré solo sin festejos, a solas con mis pensamientos, donde vengo y voy, más el año que se inicia ustedes tendrán puntuales mi “Velino al día”.
El de hoy que culmina este año de desventuras. A la hora que dan las campanadas que marca la tradición, brinden si se les ocurre hacerlo por mí, por todos los amigos que este año festejan esta noche.
Un año, un día más, les digo: que sean felices todos, desde los hospitales a las cárceles y en la guerra y la paz. Un día más acontece del hoy que es mañana y esperemos que los más necesitados hallen ayuda para colmar sus esperanzas de vida, la de llevarse el resto de los días del año un trozo de pan a la boca.
 
!Feliz año veliniano! Y déjenme una silla en su mesa. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario