lunes, 13 de enero de 2014

Un Gintonic de OPERA







"vuelve el barman a la Opera"

Un cafe cámara entre teatros









 Velino hace de "cobaya" en OPERA




              UN GINTONIC CON MUCHA VOZ Y SABOR.

Frente al Teatro donde un día dejaron oír su voz, Pavarotti,  José Carreras, Alfredo Kraus y la Caballé “la diva” se levanta un nuevo café. No uno cualquiera, sino el que lleva todos los nombres de todas las voces con proyección internacional: The OPERA, Café Oviedo, una especie de ambigú donde reposar de una audición singular en los distintos espectáculos de Opera que programa la ciudad.
En realidad es la prolongación de un salón de te al más puro estilo ingles, provisto de butacones y divanes donde uno se encuentra como dentro del teatro, donde resuena un aria y Rigoletto se nos aparece en grandes pantallas de croma en un alarde de trasladar el ambiente del teatro a un café, tipo Tortoni bonaerense.
Parece ideado para albergar tertulias de intelectuales de esos que saben de bell canto, más acaso un día celebremos una jam session y me presté a cantar tangos, aquellos que dejó inconclusos sine die, el genial Gardel, cuando vivió en las Ramblas henchido de amor.
Y cada año los Premios Príncipe, lo que hacia necesario contar con un café así para ofrecer un ágape, una copa de calidad. 



 
 Ellos marcan la distinción, en una de las aceras más importantes del pais

Cesar ,un rapaz lo atiende un buen porfesional, camarero/barman de los de antes quien fue en su día, el continuador del mítico Padocck, donde yo canté versos emocionados a principios de los setenta.
Pero el café Opera, mantiene otra proyección internacional, adonde acuden algunos de los mejores barman, para aprender nuevas técnicas en la elaboración de cócteles y combinados de gran calidad y para eso tiene a uno de los barman-me gusta decirlo así- que viaja y aprende en cafés de media Europa. Jorge se llama, a secas como el Martini fetén.
Pero esta tarde ha sido especial para el reportero. Casualmente me encontré a las puertas del Teatro con Fito, un rapaz al que conocí cuando el sentido y lucha de clases tenía sus razones. Ha galopado este rapaz de la cuenca por los convenios sociales de medio Asturias. Para hablar de el quien mejor que el mismo. Su densa biografía, es tan extensa que requiere tiempo y acaso una grabadora.
Nos tomamos esta tarde sendos gin tonic, más no unos cualquiera que para eso tenemos asesor de lux.
Jorge es de los que saben no solo servir sino asesorar. En sus manos las copas cobran vida y sentido. Sin aspavientos coloca en dos copas de balón lo solicitado.
“Les serviré un combinado a base de ginebra Fyfty Pounds, acaso la mejor del mercado, con corteza de pomelo exprimida a mano y hielo de agua especial”. 
 

Jorge lleva cuatro años en esto, pero viaja allí donde la compuesta se renueva, más allá que por el gusto de beber por beber.
El Café Opera se levanta en lo que fue la librería Benedett, justo en la parte lateral del Teatro Campoamor. El establecimiento de especializaba en plumas estilográficas de calidad. Aquellas míticas Parker y  Montblanc, marcas que escribieron las mejores páginas de música minuetos y versos enamorados de las chicas de reparto.
”Vendía bien, pero todo tiene un final” dicen los del bar. Como la librería de Santa Teresa que cerró sus puestas hace medio año, y que se hallaba situada apenas cien metros de donde ahora está el café. Solo un esqueleto y un “se vende” queda para el recuerdo.

Recuerdo de chaval, es decir medio siglo atrás, cuando esa calle de Argüelles tenía muchos negocios que fueron cerrando sus puertas por los cambios que afectan a todos.
Allí, pegado al Opera, cortaba el pelo Escotet – a navaja-quien luego se dedicaría al arte de la escultura, y en la misma acera yo iba al  Bar Riesgo para oír discos en un juke boss las canciones de los que de la listas de éxito. Eso en los sesenta.
Ahora los establecimientos se han modernizado con nuevas estructuras y luces, pantallas de cine, coma el café Opera.
Jorge viene de al lado, del hotel que se levanta en la misma acera con lo cual conoce el devenir de esta calle con historia, la de  Argüelles, con amplias reminiscencias culturales, se abraza a otra calle con resonancia histórica: Jovellanos.
 Y entre ellas dos teatros: El Filarmónica y el Teatro Campoamor, por tanto unas calles de obligado paso para el transeúnte local y el visitante.”Abrimos una especie de comedor solo al mediodía. En realidad esto esta lleno por las mañanas de  gentes que trabajan por aquí-Caja de Previsión, trabajadores del Teatro, las oficinas de Hacienda…” 
 
Quien pone las ideas empresariales es Cesar, pero Jorge tiene otros proyectos que comenzaran a rodar dentro de unos días cuado se vaya a la ciudad francesa de Cognac-que nombre tan sugerente-para participar en la presentación de licores Merlet , que son en esto de los de alta gama líder. Allí en la cafetería Good Classe, perfeccionará su formación.
En esta tarde en la que la voz de Pavarotti resuena en estos salones de corte veneciano, el reencuentro con los amigos, conversando sobre temas variados. Un lugar ideal para el relax que sabrán apreciar mejor artistas y espectadores cuando se celebren las jornadas de opera que ya tienen su café.
Los precios asequibles lo que hace a Opera más atractivo si cabe y cuentan con un servicio de lux.
 Opera llama a las puertas de la Historia del bell canto, como  un canto de pájaros, les “oscells” de Pau Casal, al amanecer.
“Solo aspiramos a que los clientes puedan conocer lo que consumen, licores de calidad y servicio esmerado. Nos volcaremos para que eso funcione, a lograr que exista esa simbiosis entre el cliente y el barman” añade Jorge.
Y de eso: estamos seguros.
 

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